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Llamada inoportuna

Se relamía; mejor dicho, se relamían. Aquel olor que desprendía la cocina, auguraba un excelente menú.
Preguntaban cuando comeríamos.
Yo orgullosa viendo sus caras de satisfacción.
De pronto sonó el teléfono. Contesté. Era mi amiga. Necesitaba ayuda. Se desahogó contándome lo que acababa de ocurrirle, yo la animaba. Hablamos buen rato. Cuando volví a la cocina, ¡Sorpresa! : se había consumido el caldo de aquel estofado. Estaba quemada la comida. No hubo manera de aprovecharla. Todos miraban muy serios. El único que se alegró fue mi perro que se benefició de aquel incidente y ese día comió como un rey.

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